lunes, 16 de marzo de 2015

Los signos de puntuación y su incidencia en el sentido

Los signos de puntuación y su incidencia en el sentido


(cortesía de Sergio Gonzalez)


Se cuenta que un señor, por ignorancia o malicia, dejó al morir el siguiente testamento sin signos de puntuación: “Dejo mis bienes a mi sobrino Juan no a mi hermano Luis tampoco jamás se pagará la cuenta al sastre nunca de ningún modo para los jesuitas todo lo dicho es mi deseo”. El juez encargado de resolver el testamento reunió a los posibles herederos, es decir, al sobrino Juan, al hermano Luis, al sastre y a los jesuitas y les entregó una copia del confuso testamento con objeto de que le ayudaran a resolver el dilema. Al día siguiente cada heredero aportó al juez una copia del testamento con signos de puntuación.
- Juan, el sobrino:
”Dejo mis bienes a mi sobrino Juan. No a mi hermano Luis. Tampoco, jamás, se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo”.
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- Luis, el hermano:
“¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¡A mi hermano Luis!. Tampoco, jamás, se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo”.
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- El sastre:
“¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco, jamás. Se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo”.
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- Los jesuitas:
“¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco, jamás. ¿Se pagará la cuenta al sastre? Nunca, de ningún modo. Para los jesuitas ¡todo!. Lo dicho es mi deseo”.
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- El juez todavía pudo añadir otra interpretación:
“¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco. Jamás se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo”.
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Así que el señor juez, ante la imposibilidad de nombrar heredero, tomó la siguiente decisión:
“... por lo que no resultando herederos para esta herencia, yo, el Juez me incauto de ella en nombre del Estado y sin más que tratar queda terminado el asunto”.
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El testamento
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Tres bellas, ¡Qué bellas son!1:
Tres hermanas casaderas, Soledad, Julia e Irene, conocieron a un joven y apuesto caballero, licenciado en letras y las tres se enamoraron de él. Pero el caballero no se atrevía a decir de cuál de las tres hermanas estaba enamorado. Como no se declaraba a ninguna, las tres hermanas le rogaron que dijera claramente a cuál de las tres amaba. El joven caballero escribió en un poema sus sentimientos, aunque "olvidó" consignar los signos de puntuación, y pidió a las tres hermanas que cada una de ellas añadiese los signos de puntuación que considerase oportunos. La décima era la siguiente:
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Tres bellas que bellas son me han exigido las tres que diga de ellas cual es la que ama mi corazón si obedecer es razón digo que amo a Soledad no a Julia cuya bondad persona humana no tiene no aspira mi amor a Irene que no es poca su beldad
Soledad leyó la carta:
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Tres bellas, ¡qué bellas son!, me han exigido las tres
que diga de ellas cuál es
la que ama mi corazón.

Si obedecer es razón, digo que amo a Soledad; no a Julia, cuya bondad persona humana no tiene; no aspira mi amor a Irene, que no es poca su beldad.
Julia en cambio:
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Tres bellas, ¡qué bellas son!, me han exigido las tres
que diga de ellas cuál es
la que ama mi corazón.

Si obedecer es razón, ¿Digo que amo a Soledad? No. A Julia, cuya bondad persona humana no tiene. No aspira mi amor a Irene, que no es poca su beldad.
Dijo Irene:
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Tres bellas, ¡qué bellas son!, me han exigido las tres
que diga de ellas cuál es
la que ama mi corazón.

Si obedecer es razón,
¿Digo que amo a Soledad? No. ¿A Julia, cuya bondad persona humana no tiene? No. Aspira mi amor a Irene, que no es poca su beldad.
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Así pues persistía la duda, por lo que tuvieron que rogar de nuevo al joven que les desvelara quién era la dueña de su corazón. Cuando recibieron de nuevo el poema del caballero con los
signos de puntuación las tres se sorprendieron:
Tres bellas, ¡qué bellas son!, me han exigido las tres que diga de ellas cuál es
1! Citado por Roberto Vilches Acuña en "Curiosidades literarias y malabarismos de la lengua". Editorial Nascimiento. Santiago de Chile, 1955)
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la que ama mi corazón.
Si obedecer es razón, ¿Digo que amo a Soledad? No. ¿A Julia, cuya bondad persona humana no tiene? No. ¿Aspira mi amor a Irene? ¡Qué!... ¡No!... Es poca su beldad.

1. Puntúe y acentúe el siguiente texto:
Antes de cinco minutos, el mismo avion negro volvio a pasar en la direccion contraria, a igual altura que la primera vez Volaba inclinado sobre el ala izquierda y en la ventanilla de ese lado vi de nuevo, perfectamente, al hombre que examinaba el mar con unos prismaticos Volvi a agitar la camisa. Ahora no la agitaba desesperadamente La agitaba con calma no como si estuviera pidiendo auxilio sino como lanzando un emocionado saludo de agradecimiento a mis descubridores
A medida que avanzaba me parecio que iba perdiendo altura Por un momento estuvo volando en linea recta casi al nivel del agua Pense que estaba acuatizando y me prepare a remar hacia el lugar en que descendiera Pero un instante despues volvio a tomar altura dio la vuelta y paso por tercera vez sobre mi cabeza Entonces no agite la camisa con desesperacion Aguarde que estuviera exactamente sobre la balsa Le hice una breve señal y espere que pasara de nuevo cada vez mas bajo Pero ocurrio todo lo contrario tomo altura rapidamente y se perdio por donde habia aparecido Sin embargo no tenia que preocuparme Estaba seguro de que me habia visto volando tan bajo y exactamente sobre la balsa Tranquilo despreocupado y feliz me sente a esperar
Gabriel Garcia Marquez. El Relato de un naufrago. !
2. Puntúe el siguiente texto:
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Durante el fin de semana los gallinazos se metieron por los balcones de la casa presidencial destrozaron a picotazos las mallas de alambre de las ventanas y removieron con sus alas el tiempo estancado en el interior y en la madrugada del lunes la ciudad despertó de su letargo de siglos con una tibia y tierna brisa de muerto grande y de podrida grandeza Sólo entonces nos atrevimos a entrar sin embestir los carcomidos muros de piedra fortificada como querían los más resueltos, ni desquiciar con yuntas de bueyes la entrada principal como otros proponían pues bastó con que alguien los empujara para que cedieran en sus goznes los portones blindados que en los tiempos heroicos de la casa habían resistido a las lombardas de William Dampier Fue como penetrar en el ámbito de otra época porque el aire era más tenue en los pozos de escombros de la vasta guarida del poder y el silencio era más antiguo y las cosas eran arduamente visibles en la luz decrépita A lo largo del primer patio cuyas baldosas habían cedido a la presión
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Taller:
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subterránea de la maleza vimos el retén en desorden de la guardia fugitiva las armas abandonadas en los armarios el largo mesón de tablones bastos con los platos de sobras del almuerzo dominical interrumpido por el pánico vimos el galpón en penumbra donde estuvieron las oficinas civiles los hongos de colores y los lirios pálidos entre los memoriales sin resolver cuyo curso ordinario había sido más lento que las vidas más áridas vimos en el centro del patio la alberca bautismal donde fueron cristianizadas con sacramentos marciales más de cinco generaciones vimos en el fondo la antigua caballeriza de los virreyes transformada en cochera y vimos entre las camelias y las mariposas la berlina de los tiempos del ruido el furgón de la peste la carroza del año del cometa el coche fúnebre del progreso dentro del orden la limusina sonámbula del primer siglo de paz todos en buen estado bajo la telaraña polvorienta y todos pintados con los colores de la bandera En el patio siguiente detrás de una verja de hierro estaban los rosales nevados de polvo lunar a cuya sombra dormían los leprosos en los tiempos grandes de la casa y habían proliferado tanto en el abandono que apenas si quedaba un resquicio sin olor en aquel aire de rosas revuelto con la pestilencia que nos llegaba del fondo del jardín y el tufo de gallinero y la hedentina de boñigas y fermentos de orines de vacas y soldados de la basílica colonial convertida en establo de ordeño Abriéndonos paso a través del matorral asfixiante vimos la galería de arcadas con tiestos de claveles y frondas de astromelias y trinitarias donde estuvieron las barracas de las concubinas y por la variedad de los residuos domésticos y la cantidad de las máquinas de coser nos pareció posible que allí hubieran vivido más de mil mujeres con sus recuas de sietemesinos vimos el desorden de guerra de las cocinas la ropa podrida al sol en las albercas de lavar la sentina abierta del cagadero común de concubinas y soldados y vimos en el fondo los sauces babilónicos que habían sido transportados vivos desde el Asia Menor en gigantescos invernaderos de mar con su propio suelo su savia y su llovizna y al fondo de los sauces vimos la casa civil inmensa y triste por cuyas celosías desportilladas seguían metiéndose los gallinazos No tuvimos que forzar la entrada como habíamos pensado pues la puerta central pareció abrirse al solo impulso de la voz de modo que subimos a la planta principal por una escalera de piedra viva cuyas alfombras de ópera habían sido trituradas por las pezuñas de las vacas
Gabriel García Márquez. El otoño del patriarca.
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3. Lea con atención el siguiente texto2 de minificción y cambie significativamente tanto la acentuación como la puntuación para lograr un efecto de sentido diferente al original. Puede modificar algunas palabras o expresiones del texto si lo requiere.
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En el insomnio de Virgilio Piñera
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El hombre se acuesta temprano. No puede conciliar el sueño. Da vueltas, como es lógico, en la cama. Se enreda entre las sábanas. Enciende un cigarrillo. Lee un poco. Vuelve a apagar la luz. Pero no puede dormir. A las tres de la madrugada se levanta. Despierta al amigo de al lado y le confía que no puede dormir. Le pide consejo. El amigo le aconseja que haga un pequeño paseo a
2! Textos tomados de: Obligado, clara. (Comp.) (2001). Por favor, sea breve: antología de relatos hiperbreves. Ed.:
voces/Literatura.
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fin de cansarse un poco. Que enseguida tome una taza de tilo y que apague la luz. Hace todo esto pero no logra dormir. Se vuelve a levantar. Esta vez acude al médico. Como siempre sucede, el médico habla mucho pero el hombre no se duerme. A las seis de la mañana carga un revólver y se levanta la tapa de los sesos. El hombre está muerto pero no ha podido quedarse dormido. El insomnio es una cosa muy persistente. 

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